Es sorprendente cuánta gente dice la típica frase informal: «¡Compartimos el 98,8 % de nuestro ADN con los chimpancés!», sin detenerse a considerar algo bastante obvio: de ser así, se demuestra, sin lugar a dudas, que no todo lo que necesitamos saber sobre una forma de vida se encuentra en su ADN.
Afortunadamente, algunos neurocientíficos han estado examinando la cuestión de las diferencias entre humanos y chimpancés con mayor seriedad. En ScienceFocus de la BBC, el escritor científico Tom Howarth analiza un estudio realizado por el neurocientífico de Oxford Rogier Mars y sus colegas, en el que se comparan los cerebros humanos con los de chimpancés y macacos. Y encontraron algunas sorpresas:
Según Mars, la mayoría de los estudios que comparan el cerebro humano con el de otros animales suelen centrarse en factores como el tamaño total, el tamaño de regiones específicas o el número de neuronas. «Pero nuestra filosofía es que, para comprender realmente qué sucede, es necesario examinar cómo se organiza el cerebro», afirmó.
Con ese enfoque en mente, Mars y su equipo se propusieron investigar. Utilizando datos de resonancia magnética disponibles públicamente —similares a los escáneres que se utilizan en hospitales— crearon «planos de conectividad» de los cerebros de las tres especies. Estos planos, en esencia, representan el grado de comunicación entre las diferentes regiones del cerebro.
«Por fin hemos descubierto en qué se diferencia tu cerebro del de un chimpancé: nuevo estudio», 17 de marzo de 2025
Los investigadores no encontraron lo que esperaban
Pensaron que las principales diferencias físicas se encontrarían en la corteza prefrontal, asociada con el pensamiento complejo, la planificación y la toma de decisiones. Encontraron mayor conectividad en este centro de la personalidad, pero también encontraron diferencias significativas entre humanos y chimpancés en otras áreas:
«La corteza prefrontal es donde los investigadores suelen buscar algo exclusivamente humano», dijo Mars. «Pero encontramos diferencias en muchas zonas, especialmente en la corteza temporal, que se encuentra justo encima de la oreja. Estas parecían estar mucho más conectadas con el resto del cerebro en los humanos que en cualquier otra especie».
La corteza temporal desempeña un papel fundamental en el procesamiento de la información sensorial, en particular la vista, el oído y el lenguaje. Dada nuestra naturaleza altamente social y cooperativa, quizá no sorprenda que estas áreas estén más estrechamente conectadas en el cerebro humano.
Howarth observa: «Todo esto sugiere que no existe un único factor determinante que nos haga humanos. Si bien algunos creen que un evento evolutivo crucial nos impulsó a la dominación, la realidad probablemente sea más compleja».
El artículo es de acceso abierto.
Artículo publicado originalmente por Denyse O’Leary en Evolution News & Science Today